Esclerosis múltiple (MS) es un enfermedad autoinmune crónica que afecta principalmente al sistema nervioso central (SNC), incluidos el cerebro y la médula espinal. El rasgo distintivo de la EM es el ataque del sistema inmunitario a la vaina de mielina, una capa protectora que rodea las fibras nerviosas. Esto conduce a la inflamación, desmielinización y posterior daño nervioso, que interrumpe la señalización nerviosa y da lugar a una amplia gama de síntomas neurológicos (Lassmann et al., 2012).
Principales síntomas de la EM
La gravedad y el tipo de síntomas varían en función de la extensión del daño en el SNC; algunos de los síntomas más comunes son:
- Fatiga: Casi todos los pacientes con EM experimentan fatiga crónica, uno de los síntomas más debilitantes (Krupp et al., 1988).
- Entumecimiento y hormigueo: Estas sensaciones, que a menudo afectan a las extremidades, la cara o el tronco, suelen ser signos precoces de EM (Compston y Coles, 2002).
- Problemas de visión: Los pacientes pueden tener visión borrosa, visión doble o ceguera temporal, principalmente debido a la afectación del nervio óptico (Kaufman et al., 2000).
- Deterioro cognitivo: Pérdida de memoriaLa falta de atención y la reducción de la capacidad para resolver problemas son problemas cognitivos comunes en los pacientes con EM (Chiaravalloti y DeLuca, 2008).
- Dolor neuropático: Esto incluye sensaciones de quemazón, punzadas o descargas que pueden empeorar en ambientes calurosos, como las saunas (O'Connor et al., 2008).
- Disfunción vesical e intestinal: Prevalecen síntomas como la urgencia, la polaquiuria o la incontinencia (Fowler et al., 2009).
- Trastornos emocionales: La depresión, la ansiedad y los cambios de humor suelen coexistir con la EM, lo que agrava la carga global de la enfermedad (Patten et al., 2003).
Diagnóstico de la EM
El diagnóstico es un reto debido a la gran variabilidad de los síntomas. Sin embargo, algunas de las herramientas de diagnóstico más utilizadas son:
- Examen neurológico: Esto puede identificar anomalías específicas en el funcionamiento del SNC (McDonald et al., 2001).
- Resonancia magnética (RM): La principal herramienta de imagen para detectar lesiones o áreas de daño en el SNC asociadas a la EM (Filippi et al., 1999).
- Punción lumbar (Spinal Tap): Identifica anomalías en el líquido cefalorraquídeo, como bandas oligoclonales, que se asocian a la EM (Andersson et al., 1994).
- Potenciales evocados: Estas pruebas miden la actividad eléctrica del cerebro en respuesta a estímulos, revelando a menudo una conducción nerviosa lenta (Polman et al., 2011).
Enfoques actuales de tratamiento de la EM
Aunque no existe cura para la EM, una combinación de los tratamientos ayudan a controlar los síntomas y ralentizar la progresión de la enfermedad. Estos incluyen:
- Terapias modificadoras de la enfermedad (TME): A menudo se prescriben medicamentos como interferón-beta, acetato de glatirámero, natalizumab y ocrelizumab para reducir la frecuencia de las recaídas y ralentizar la progresión (Baecher-Allan et al., 2018).
- Corticosteroides: Se utiliza para reducir la inflamación durante las recaídas agudas (Lattanzi et al., 2017).
- Tratamientos sintomáticos: Para controlar los síntomas se utilizan con frecuencia analgésicos, relajantes musculares, antidepresivos y medicamentos dirigidos a la disfunción vesical e intestinal (Mills et al., 2010).
Papel emergente de la metformina en el tratamiento de la esclerosis múltiple
Estudios recientes han arrojado luz sobre Metforminaun medicamento antidiabético común, por su potencial para controlar los síntomas de la EM y la progresión de la enfermedad debido a sus propiedades neuroprotectoras y antiinflamatorias. Sin embargo, se necesitan más ensayos clínicos para establecer su eficacia y seguridad a largo plazo en pacientes con EM. A continuación se describen los principales mecanismos a través de los cuales la metformina puede beneficiar a las personas con EM:
- Apoyo mitocondrial y reparación de la mielina
La metformina mejora la fusión mitocondrial, un proceso crucial para mantener el equilibrio energético neuronal y la salud de los oligodendrocitos, las células encargadas de producir mielina (Neumann et al., 2019). Esta mejora de la función mitocondrial podría promover la reparación de la mielina, un factor crítico para ralentizar la progresión de la EM. Es importante destacar que esta afirmación ha sido respaldada por estudios preclínicos, pero carece de ensayos clínicos a gran escala en humanos. - Reducción de la respuesta inflamatoria del SNC
Uno de los rasgos distintivos de la EM es la gliosis, o proliferación anormal de células gliales, que contribuye a la inflamación del SNC. Se ha demostrado que la metformina reduce la gliosis al inhibir la actividad de los astrocitos y la microglía, lo que podría ofrecer un nuevo enfoque para reducir la neuroinflamación en la EM (Thorburne y Juurlink, 1996). Esta reducción de la inflamación se ha observado principalmente en modelos animales, y se necesitan más investigaciones para confirmar su eficacia en humanos. - Neuroprotección mediante la activación de la AMPK
La metformina activa la proteína cinasa activada por AMP (AMPK), una vía fundamental para mantener la homeostasis energética celular. La activación de la AMPK puede contrarrestar los déficits energéticos que se observan habitualmente en la EM, ayudando a proteger las células nerviosas del daño y a ralentizar la neurodegeneración (Hardie et al., 2012). - Fomento de la remielinización
Los estudios en animales sugieren que la metformina promueve la reparación de las vainas de mielina, esencial para restaurar la función nerviosa (Neumann et al., 2019). Los primeros hallazgos son prometedores, pero estos resultados aún no se han reproducido en ensayos a gran escala en humanos. - Efectos antiinflamatorios
Más allá de sus beneficios metabólicos, la metformina también inhibe las citocinas proinflamatorias y reduce el estrés oxidativo, dos factores que pueden desempeñar un papel en la progresión de la EM (Sato et al., 2016). Este doble mecanismo ofrece la posibilidad de utilizar la metformina junto con los TME tradicionales para una estrategia de tratamiento más completa. - Sinergia con los tratamientos existentes para la EM
Las primeras investigaciones sugieren que la Metformina puede mejorar la eficacia de los DMT existentes, como el interferón-beta, al dirigirse simultáneamente al daño mediado por el sistema inmunitario y promover la reparación de la mielina (Baecher-Allan et al., 2018).
Puntos clave: Metformina en el tratamiento de la EM
- Salud mitocondrial y reparación de la mielina: Apoyo de la metformina de la función mitocondrial y los mecanismos de reparación de la mielina podrían ralentizar significativamente la progresión de la EM.
- Propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras: Su doble acción para reducir la inflamación y proteger las neuronas ofrece un enfoque terapéutico prometedor.
- Potencial sinérgico: Los resultados preliminares sugieren que la metformina puede complementar las terapias existentes para la EM, proporcionando tanto alivio de los síntomas como una posible modificación de la enfermedad.
Conclusión
A medida que avanza la investigación, la metformina puede convertirse en un tratamiento complementario eficaz en el tratamiento de la esclerosis múltiple. Sus propiedades neuroprotectoras y antiinflamatorias la posicionan como un potencial cambio de juego en el tratamiento de la EM, aunque son necesarias más investigaciones para confirmar su eficacia y seguridad en humanos. Los profesionales sanitarios deben mantener la cautela y esperar a disponer de más datos clínicos antes de integrar la metformina en los protocolos habituales de tratamiento de la EM. Sin embargo, los hallazgos actuales son prometedores y pueden allanar el camino para nuevos enfoques terapéuticos.